Turismo

La isla de Ibiza no es sólo sol, playas y fiesta, son muchas las localidades interesantes de visitar que tiene la isla y en ellas podemos hacer un poco turismo cultural. Desde la emurallada Dalt Vila de la ciudad de Ibiza, pasando por las inmejorables vistas de Sa Talaia el punto más alto de la isla blanca, hasta los molinos restaurados de San Antonio.


Ciudad de Ibiza:

Cuando se llega a Ibiza, ya sea por mar, tierra o aire, el turista se queda con la estampa de la enorme fortificación amurallada que domina el horizonte. Dalt Vila, el inicio de un viaje turístico por la época medieval, se levanta omnipresente sobre el principal valle de la ciudad. La acrópolis mejor conservada del Mediterráneo, nos ofrece un recorrido único que comienza en la puerta de Ses Taules y termina a los pies de la Catedral.

Por el camino, escenarios que han dado la vuelta al mundo estampados en eternas postales. El patio de armas, los seis baluartes de la muralla, con sus vistas espectaculares. Las Capillas de San Ciríaco o la iglesia de Santo Domingo han sido lugares de peregrinación para el sentimiento de un pueblo que ha sabido conservar sus tradiciones más únicas. Los edificios del Museo Arqueológico o Medina Yabisa, esculpidos sobre las más antiguas murallas árabes, son un claro ejemplo de cómo Ibiza ha sobrevivido al tiempo.
Al finalizar nuestro recorrido por la Edad Media, podremos viajar un poco más atrás en el tiempo. La necrópolis púnica de Puig des Molins, a la que también tuvieron que declarar patrimonio de la Humanidad para tomarla en consideración nos abre una puerta al pasado, con el museo monográfico como máximo exponente de su descubrimiento. Sobrecogedora cuando menos la visita a las tumbas de tal vez, algún antepasado.

Al dejar el turismo histórico, la visita a la Plaza del Parque se hace obligada como punto de encuentro de la inspiración más actual. Tranquilas terrazas que alivian el calor del verano o resguardan del frío invierno. Junto a ella, el paseo de Vara de Rey rinde tributo al pueblo, con sus múltiples actos y festejos.


San Antonio:

Sant Antoni de Portmany es el punto de Ibiza más cercano a la península. Gracias a su amplia bahía y a las facilidades que presentaba como puerto marítimo, la actividad pesquera fue uno de sus principales recursos. Si bien con la llegada del turismo, la actividad pesquera pasó a un segundo plano, se conserva ese espíritu marinero siempre presente.


Si bien la parte más conocida del lugar son sus aterdeceres espectaculares, no menos interesantes son sus iglesias y molinos restaurados. La orografía del terreno ha permitido descubrir zonas subterráneas como la capilla de Santa Agnés o las pinturas rupestres de la Cova des Vi.


También el agua ha tenido un papel destacado en la historia de este municipio, conservando pozos de agua como el pozo des Pla de Corona o el de Forada, y sobre todo Buscastell, con su manantial de agua.
No menos interesantes son los restos de las torres d'en Lluc, de supuesto interés estratégico miltar.


Santa Eulália:

Los constantes ataques por mar obligaron a la creación de una fortaleza defensiva, que si bien primero fue destruida, dió lugar a la actual fortificación de Puig de Missa del siglo XVI.
Sin embargo, la población seguía distribuyendose en las distintas vendas, dispersadas por la zona. 

A principios del siglo XIX se realiza una reforma urbanística que da lugar a la actual calle que atraviesa el pueblo, Sant Jaume, y al paseo de S'Alamera, donde se encuentra el ayuntamiento de Santa Eularia des Riu y donde los quioscos artesanales dan un color distinto al llegar el verano.


San José: 

Sant Josep de Sa Talaia es un pueblo enclavado entre montañas, aunque su extensión e importancia económica lo convierten en un lugar apto tanto para los amantes del campo como para los amantes del mar.


Con una extensión más que considerable, limita al sur con Ibiza, por la conocida Playa d'en Bossa, y al noreste con el municipio de Sant Antoni, en la turística Port des Torrent. Entre ellas, la extensión de costa más variada que podemos encontrar. Desde las llanuras del parque natural de las Salinas hasta calas mágicas que esconden los rincones ocultos de Es Vedrá.


Pero San José vivió durante años del monte, antes de la llegada del turismo. En su localidad se encuentra Sa Talaia, el punto más alto de las pitiusas, que corona unas hermosas vistas que alcanzan Formentera. Pero su núcleo urbano apenas es una extensión de la carretera que cruza por delante de su iglesia. Una pequeña población que guarda grandes secretos.


La localidad conserva el sabor de los pueblos blancos que han dado fama a la isla. A pesar de ser uno de los municipios más extensos de la isla, su núcleo urbano resulta pequeño y encantador. Apenas un par de calles, la iglesia y el Ayuntamiento dan cobijo a algunos comercios y una pequeña zona urbana. Cultivos y bosques acompañan un paisaje típicamente rural. 


San Juan:

Montañas, naturaleza, zonas de cultivo, pinares y una zona muy húmeda, incluso en verano. Su orientación norte favorece una vegetación espesa. Al ser la primera zona montañosa, cualquier entrada nubosa se convierte en una fina lluvia que intenta superar unas elevaciones abundantes.

Tal vez sea el embrujo de este verde, unido a la distancia de la capital, lo que ha espantado los grandes núcleos turísticos. El propio Ayuntamiento de Sant Joan se congratula de este paisaje mediterráneo único.
En el turismo histórico, las reseñas más importantes se las llevan la iglesia de Sant Joan, del siglo dieciocho, así como la torre de vigilancia costera de Portinatx, con un paisaje único y unas vistas casi virgenes de una costa elevada que admite pocas reconciliaciones con el turismo de playa.
 

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